ESCUELAS MORALES HELENÍSTICAS.



Representantes de una escuela filosófica surgida a fines del siglo IV a. n. e. sobre la base de la cultura helenística, al difundirse ideas cosmopolitas e individualistas y al desarrollarse la técnica sustentada en los conocimientos matemáticos. Los pensadores más notables de la escuela estoica de los siglos IV y III fueron Zenón y Crisipo. Los estoicos definían con la siguiente comparación el lugar y el papel de las ciencias por ellos cultivadas: la lógica es la cerca; la física, la tierra fértil; la ética, los frutos que esta tierra da. La tarea principal de la filosofía radica en la ética; el conocimiento no es más que un medio para adquirir la sabiduría, el arte de saber vivir. Es necesario vivir conforme a la naturaleza. Tal es el ideal del auténtico sabio. La felicidad radica en librarse de las pasiones, en el sosiego del alma, en la indiferencia. En la vida, todo se halla predeterminado por el destino. A quien así lo quiere, le lleva el destino tras sí; a quienes se resisten, los arrastra a la fuerza.
…Y en esto consiste la virtud del hombre feliz y la vida placentera: cuando todas las acciones responden a la armonía entre el espíritu individual y la voluntad del que gobierna el Universo. Con razón dice Diógenes que el fin consiste en "la elección razonable de las cosas que son conforme a la naturaleza". Arquedemo, por su parte, dice que el fin es "vivir en el cumplimiento de todos los deberes". Por "naturaleza" de acuerdo con la cual ha de vivirse, Crisipo entiende tanto la universal como la humana en particular. Cleantes, por su parte, solamente admite que hay que seguir la naturaleza universal, pero no la particular.(Diógenes Laercio, Vidas y opiniones de los filósofos ilustres.)
“Has de ser como una roca en la que se estrellan todas las olas. Ella está firme y el oleaje se amansa en su derredor”; “El primero precepto: no te dejes impresionar por nada”. (Marco Aurelio ,“Meditaciones)
“la virtud, por su parte, es una disposición armoniosa y ha de escogerse por su propio valor y no por miedo o esperanza algunos o por otra cosa cualquiera exterior a ella. La felicidad se encuentra en ella en la medida en que el alma se pone en armonía con la totalidad de la vida. El animal racional puede, por su parte, pervertirse bien por la fuerza persuasiva de los asuntos externos bien por los consejos de sus allegados". (Diógenes Laercio, Vidas y opiniones de los filósofos ilustres.)
Si es cierto que hay un parentesco entre Dios y los hombres, como pretenden los filósofos ¿Qué pueden hacer los hombres, sino imitar a Sócrates, y no responder nunca a quien les pregunta cuál es su país: «Soy de Atenas, o de Corínto», sino: «Soy ciudadano del mundo»? Si hemos comprendido la organización del universo, si hemos comprendido que «la principal y más importante de todas las cosas, la más universal, es el sistema compuesto por los hombres y Dios, que de él proceden todos los orígenes de todo lo que tiene vida y crecimiento en la tierra, especialmente los seres racionales, porque ellos solos por naturaleza participan de la sociedad divina, por estar unidos a Dios por la razón», ¿por qué no nos hemos de llamar ciudadanos del mundo? ¿Y por qué no nos hemos de llamar hijos de Dios? ¿Por qué hemos de temer los acontecimientos, cualesquiera que sean?". (Epíteto. Manual y Conversaciones.)
"Que nadie, por joven, tarde en filosofar, ni, por viejo, de filosofar se canse. Pues para nadie es demasiado pronto ni demasiado tarde en lo que atañe a la salud del alma. El que dice que aún no ha llegado la hora de filosofar o que ya pasó es semejante al que dice que la hora de la felicidad no viene o que ya no está presente. De modo que han de filosofar tanto el joven como el viejo; uno, para que, envejeciendo, se rejuvenezca en bienes por la gratitud de los acontecidos, el otro, para que, joven, sea al mismo tiempo anciano por la ausencia de temor ante lo venidero. Es preciso, pues, meditar en las cosas que producen la felicidad, puesto que, presente ésta, lo tenemos todo, y, ausente, todo lo hacemos para tenerla."(Carta a Meneceo, 122)
EPICURO. "CARTA A MENECEO". TEXTO
Pues a éste- el placer- lo hemos reconocido como el bien primero y congénito, y desde él iniciamos toda elección y rechazo, y en él rematamos al juzgar todo bien con arreglo a la afección como criterio. Y como es el bien primero y connatural, por eso no elegimos todo placer, sino que a veces omitimos muchos placeres, cuando de éstos se desprende para nosotros una molestia mayor; y consideramos muchos dolores preferibles a placeres, cuando se sigue para nosotros un placer mayor después de haber estado sometidos largo tiempo a tales dolores. Todo placer, pues, por naturaleza, es un bien; aunque no todo placer ha de ser elegido; así también todo dolor es un mal, pero no todo [dolor] ha de ser por naturaleza evitado siempre.…“cuando decimos que el placer es el fin, no hablamos de los placeres de los disolutos ni de los crápulas o libertinos, que residen en el goce regalado, como creen algunos que ignoran o no están de acuerdo o que interpretan mal la doctrina, sino de no padecer dolor en el cuerpo ni turbación en el alma. ( Carta a Meneceo, 128, 129)
… “cuando decimos que el placer es el fin, no hablamos de los placeres de los disolutos ni de los crápulas o libertinos, que residen en el goce regalado, como creen algunos que ignoran o no están de acuerdo o que interpretan mal la doctrina, sino de no padecer dolor en el cuerpo ni turbación en el alma". (Epicuro, Carta a Meneceo , Ibid.)
Del término griego sképsis, indagación, revisión cuidadosa, duda. Podemos entender el escepticismo de dos modos, uno general y uno más estricto o particular. En un sentido general, llamamos escepticismo a toda concepción para la cual no es posible conocer la verdad. En la historia de la filosofía encontramos muchas y variadas formas de escepticismo. Una de ellas es precisamente la que se refiere el término en el sentido estricto o particular: escepticismo como corriente histórica que surge y se desarrolla durante el helenismo y en los primeros siglos del mundo romano (ss. IV a. C.- II d. C.). Este movimiento estuvo influido por los sofistas y en algunos casos, como el de Arcesilao, por el punto de vista platónico de la incognoscibilidad del mundo sensible. Otro motivo fue el enfrentamiento contra la rígida dogmática estoica
Pirrón de Elis (Πύρρων ὁ ῾Ηλείος, Elis, ca. 365- ca. 275 a. C.) fue un filósofo griego de la Antigüedad clásica, a quien se considera el primer filósofo escéptico, e igualmente la inspiración de la escuela conocida como pirronismo fundada por Enesidemo en el siglo I a. C. Era natural de Elis –ciudad provincial al noroeste del Peloponeso, Grecia–. Hizo de la duda el problema central de toda su filosofía.
El único testimonio escrito de la obra pirrónica es una oda laudatoria dedicada a Alejandro Magno. El legado de su doctrina filosófica, recogido por su discípulo Timón el Silógrafo nos ha llegado principalmente a través de Sexto Empírico. Según su testimonio, Pirrón era tan radical en su postura que negaba que se pudiera llegar a los primeros principios de la deducción aristotélica (aunque no era tan radical como Antístenes, que renunció a toda clase de filosofía).
La Edad Media escolástica rechazó la filosofía pirroniana, como consecuencia de ello se destruyeron gran parte de los contenidos escépticos. Por conjetura inverosímil se puede deducir que al no estar Pirrón con el principio del silogismo (si A es B y B es C, entonces A es C), los escolásticos medievales no lo aceptarían.
Tuvo gran ayuda de su discípulo Diónidas, que junto con sus compañeros esceptistas Pargus y Lopecio contribuyeron a la difusión de sus enseñanzas.
Su frase celebre: "Suspende el juicio"